A veces si, a veces no

A veces tengo ganas de escribir algo nuevo acá, pero otras no. Y otras no porque nada se me ocurre. Parece que mi desgano por hacer un esfuerzo en salir de esta putrefacta soledad es mayor todavía que la conciencia de lo que me pasa.
En el último mes he comenzado a pensar más frecuentemente en mi futuro. Pero no con esperanza sino ya con temor. Un tipo solo, con un presente endeble, con pérdida de sociabilidad galopantes, que ya casi no se junta con gente y ni siquiera chatea ni nada. Está claro que así, ni el gato se va a quedar al lado mío.
Cuando voy de paso por el centro y me miro reflejado en una vidriera, noto casi alarmado un adelante de mi vejez. Con mi cuerpo incómodo y pesado me veo pasar panzón, deslineado y mal peinado. Cada vez más pobre y con menos sonrisas. Pienso en quién se interesaría en acercarse a alguien así. Tal vez desde una situación peor que la mía se podría poner uno ojo en lo que soy.
No he tomado la costumbre de cuidarme. Sólo llevo de arrastre lo que la naturaleza me dio. Debo decir que me ha rendido sobradamente. Más de tres décadas de vida quedándome con las sobras de un par de genes afortunados.
Pero todo cambia y perece. Lo veo transformarse en mi entorno. Lo que antes era provisorio, ahora se está afirmando. Mi futuro llegó y es tal cual lo temía.

Esta lastimosa descripción debería tener otro cierre. Al fin y al cabo, este blog supuestamente lo abrí para dar con la puerta que me lleve a otra vida, no a esta en la que he caído. Debo admitir, acá entre nosotros, que no tengo buena madera. De más está que lo explique. Aun sin que nadie me conozca, cada frase que escribo deja bien entendido lo que soy.

No fue un escrito de lo mejor. Es lo que me salió hoy. Otro día veremos.

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